sábado, 1 de abril de 2017

Malvinas y sus relatos; Miguel Martínez y Tomás Szumilo

Crónicas de juninenses que estuvieron en Malvinas (1982), publicadas treinta años después, en 2012

Miguel Martínez, protagonista de
una historia heroica y de desafíos

Miguel Martínez, al recibir su presente
en el acto efectuado en el mes
 de abril de 2012
 a 30 años de Malvinas

Miguel A. Martínez en el momento del conflicto estaba cumpliendo el servicio militar obligatorio en el Regimiento 7 de Infantería Mecanizada de La Plata  “Coronel Conde”, con el grado de cabo y con 22 años de edad participó como muchos de los jóvenes  en el denominado conflicto bélico del Atlántico sur.

Miguel estuvo en el frente, Moody brook el lugar exacto. Formó parte de la primera línea de  defensa convirtiéndose en protagonista de una historia en la cual su escenario era rudo en todas sus formas con un clima donde el sol era un privilegio, el frío y la humedad fueron convirtiéndose en los lugares comunes, allí donde nada crece sin volverse agresivo…  allí lucharon ellos.  Existió fuego cruzado, hambre, frío, compañeros que ya no están, actos heroicos…transformando el miedo en valor.

Las licenciadas Yamila I. F. Avagnina y Paola Tonellotto, quienes acompañan a los veteranos de guerra de nuestra ciudad a partir del compromiso asumido por el PAMI con quienes combatieron hace treinta años, reconstruyeron la participación de Miguel Martínez en el conflicto y así destacan que de esa guerra también participó “un joven que apenas habían dejado la infancia con una responsabilidad sobre sus hombros para ser defendida sin miramientos del como… con su vida…recién comenzada. Pero aun así Miguel afirma que si hubiera revancha él volvería…”.

Hoy Miguel dejó de ser el joven que era entonces, abrió caminos se confrontó con enormes dificultades pero esta vez no está solo, ni desprotegido, su familia lo respalda,  su esposa y sus hijos orgullosos de este hombre que más allá de la adversidad sigue luchando…. Será que los héroes los son por siempre.

Tomás Szumilo: “A la guerra la
pongo a la par de otros golpes”

Este ex combatiente de nuestra ciudad se suma a sus compañeros que narran en primera persona los duros momentos vividos en el conflicto del Atlántico Sur, treinta años después. 

 Tomás Szumilo y Laura 
Escudero. 
En agosto de 2010 se encontraron
 el ex combatiente y quien, en 1982, 
era una niña de las tantas 
que había enviado sus 
cartas al frente en las 
Islas Malvinas.


Tomás Szumilo al momento de ser convocado al Servicio Militar Obligatorio en el año 1980 estaba cursando el primer año de Medicina y fue incorporado en el Regimiento 7 de La Plata. Por sus estudios de medicina fue convocado al área de Sanidad.

Participación en el conflicto

Al desatarse la guerra fue movilizado su regimiento. “Todavía no sabíamos bien adonde íbamos –recuerda Szumilo- y  el preguntar dependía de la confianza que tuvieras con tus superiores. Nosotros hablábamos con algunos suboficiales de sanidad, pero ellos no sabían nada, o por lo menos nos dieron a entender eso. Creo que realmente no sabían. Es más, creo que ni el jefe del regimiento sabía. Ese fue mi primer viaje en avión. Me acuerdo de la imagen aérea de La Plata, ver las diagonales desde arriba. Fue muy impactante”.

“La preparación con la que llegábamos era una instrucción de un mes y medio, buena y bastante rigurosa porque el Regimiento era muy exigente en ese sentido. Estábamos en condiciones de manejar un arma y de los elementos básicos del combate. En mi caso, por mi experiencia en sanidad, tenía conocimientos de enfermería, más que nada de primeros auxilios”, señala.

Desde Río Gallegos donde arribó su unidad, fue llevado junto a sus compañeros de arma en avión hasta Malvinas.

El 1 de Mayo

“El 25 de abril se dio el ataque a las Georgias, que fueron recuperadas por los ingleses. Para ese momento dejamos de lado la idea de la solución por vía diplomática y pensamos que se venía el ataque”, señala en su relato, y agrega: “El 1 de mayo igualmente, fue inesperado. Era de madrugada cuando escuchamos los bombazos y el ruido de los aviones en picada. De lejos vimos el fuego. Así entramos en etapa belicosa. 

Los bombardeos eran navales. Los ingleses tenían sus fragatas, que nosotros nunca las vimos porque no teníamos acceso directo al mar. Lo hacían de noche, y hemos llegado a contar 150 bombazos por noche, en grupos de 10. Tiraban y sentíamos como temblaba la tierra y a qué distancia aproximada había impactado. Ahí aprendimos que cuando escuchamos la boca de salida y el zumbido-que es lo que te hace fruncir las vísceras- la bomba ya explotó porque el sonido llega con retardo. Uno tiene un temor enorme, piensa que se le viene encima… y ya pasó”.

Los días como soldado

“Los primeros días teníamos la esperanza de que no fuera a haber conflicto. El 1 de mayo lo sentimos como un aviso, un “Aquí estamos”. Habían venido, nosotros estábamos: íbamos a poder negociar.  Entretanto escuchábamos noticias porque algunos tenían radio.  Se escuchaban mucho radios uruguayas. Ellos eran imparciales”, sostiene.

“Se nos vino el mundo encima cuando desembarcan, porque hasta ese momento éramos los dueños y señores de las islas, aunque nos reventaran a bombazos y pasaran los aviones en picada, tiraran sus bombas y volvieran a subir. Todos estuvimos expuestos a los bombardeos aeronavales. Todos. No todos tuvieron contacto cuerpo a cuerpo y no todos fuimos prisioneros de entrada; porque al final sí fuimos todos”, agrega.

Las cartas

Destaca Szumilo: “Pero estando ahí, asumimos nuestro rol, nos conscientizamos; tratamos de mantener nuestro grupo cantando, recordando a nuestras familias, leyendo cartas. Recibí muchas cartas de mi familia, llegaban con mucho atraso, pero las recibía. Yo también mandé muchas; cuando podía me sentaba a escribir. Esa era otra actividad que teníamos cuando estábamos tranquilos, sin bombardeos. Cada carta que llegaba para cualquiera era una inyección de optimismo. Todas tenían el mismo contenido: “Los extrañamos”, “los queremos”, “los apoyamos”, etc. Nos levantaba mucho el ánimo. Hacías una unidad con los que estaban lejos, para una misma causa. Mirando todos estos aspectos, le encontrabas algún sentido a la situación, incluso a la muerte: Voy a morir defendiendo a mi patria. Punto”.

Recuerda además que “mi mamá me mandaba cartas día por medio casi, eran las que más me cautivaban porque con ella tenía un vínculo directo ¡un Edipo total! Era el primogénito y estaba en Las Malvinas. Ella sentía orgullo, pero también un dolor tremendo, yo lo notaba en sus cartas.  Y lo mismo me pasaba a mí. A todos nos  agarraba bajones, pero siempre tenía a alguien al lado que te levantaba el espíritu.

Recibí muchas cartas de mis primos, tíos; y también de vecinos del barrio y de chicos de la escuela donde había estudiado. Tuve muchas cartas de desconocidos. Yo contestaba todas las que podía. Tengo guardadas unas que no tenían un destino fijo, eran “A un soldado argentino”, las encontré tiradas en el Hospital de Puerto Argentino. Ahora que estuve ordenando, estoy tratando de contactar a los remitentes, pero son muchos años. Algunos ya no viven”.

Ser veterano hoy                 

Treinta años, sobre el momento que viven actualmente los ex combatientes, Szumilo dice: “En los últimos años comencé a juntarme con la gente del Centro de Veteranos de Junín, y en las reuniones surgieron muchos recuerdos. Busqué mis cosas, mis cartas, algunas fotos y recortes de diarios y empecé a armar un poco mi historia. Creo que es algo que hago más que nada para dejarle a mis hijos”.

“Pienso que el tema Malvinas, hoy, no tiene un peso duro en mi vida. Lo puedo tomar como una vivencia fuerte. Después me pasaron otras cosas en la vida que también me golpearon: que se haya muerto mi viejo a los dos años de Malvinas con 56 años para mi era algo inexplicable.  Por eso a la guerra la pongo a la par de otros golpes. Por ahí otro veterano tiene más arraigo a lo vivido y tiene cuestiones no resueltas. Malvinas hoy es un tema todavía no tomado en cuenta como merece. En el desfile del Bicentenario los Veteranos no fueron invitados a los festejos oficiales. Se pasó a Malvinas en la gráfica que se hizo en el Cabildo como un dato más, y fue un quiebre en la historia, un hecho que permitió volver a la democracia, nada más y nada menos”, sostiene.

“Así es la historia, los héroes se conocen después de años, cuando ya están muertos.  Por suerte nosotros estamos dejando bastante material para que puedan estudiar. La guerra de Malvinas fue un accidente en mi vida, no sé por qué me toco. Yo creo que en todos los países es igual: no te preguntan, te llevan”, concluyó en su testimonio.



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